Siempre hablo de mi real y patética falta de tiempo para vivir... o de los ajustes que le he tenido que hacer a mi vida para disfrutarla en breves espacios y tiempos, es por eso que los recuerdos de lo que me apasionó me impulsan a encontrar nuevos placeres en diferentes ambitos.
Esta vez me refiero al placer del oido.
Recuerdo el estéreo que teniamos en casa: usaba discos LP y casetes que mi madre podía alto escuchando y cantando en frances (o al menos eso se suponía que era) Des nuits d'amour a ne plus en finirun grand bonheur qui prend sa placedes enuis des chagrins, des phasesheureux, heureux a en mourir.Quand il me prend dans ses brasil me parle tout bas,je vois la vie en rose.
Para mi solo era música de adultos sin sentido, hasta que, aproximadamente a los 25 años vi una extraordinaria película alemana "Nadie me quiere".
En resumen la historia es de una mujer tan a disgusto con la vida que solo piensa en el momento en que esta terminará, sin embargo, su camino hacia la autodestrución se encuentra interrumpida por un ingenioso chaman que le asegura cómo llegaran refrescantes cambios a sus días. Es claro que los cambios los empieza a efectuar ella sin darse cuenta que esa es la finalidad que tiene el brujo en cuestión. La película es sumamente divertida y termina con el volúmen mas alto que se usa en toda la película con la voz de un gorrión muy terrenal: Non, rien de rien, non, je ne regrette rienni le bien qu`on m`a fait, ni le maltout ca m`est bien egalnon, rien de rien, non, je ne regrette rienc`est paye, balaye, oublie, je me fous du passe.
Si, la mismisima Edith Piaf que sonaba en el viejo estereo de la casa, la misma que era considerada como "música pasada de moda... para adultos... para adultos aburridos... para quienes repetían algo sin encontrarle sentido a las palabras".
Y quedé fascinada con esa canción. Ahora todavía me encuentro cantandola a veces.
Después comenzé a ver películas de su biografía, a comprar discos y ahora tengo una maravillosa colección de sus éxitos y notan esitosas canciones.
Hace un par de semanas fui a cenar a una crepería y mientras veía la carta me di cuenta de que al fondo se escuchaba Allez venez! MilordVous asseoir à ma tableIl fait si froid dehorsIci, c'est confortableLaissez-vous faire, Milord. Que placer, y me di cuenta de que no importa el tiempo, las ocupaciones, los papeles que llenar, los clientes que visitar, en el trayecto, en el descanso, en cualquier parte, puedes permitirte ceder al placer del oido y disfrutar una pequeña parte de la vida de alguién mas.
martes, 10 de febrero de 2009
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